No soy digno

Lc 7,6-7. «No soy digno de que entres en mi casa. Di solamente una palabra y mi criado quedará sano …»

Me impresiona la confesión de fe de este funcionario romano frente a Jesús. No se siente digno que el Señor Jesús entre en su casa; no se siente a la altura para acoger al Señor de la Vida. Es demasiada la diferencia entre ambos, así lo piensa él.

Y, sin embargo, este es el punto de partida del creyente en el Dios vivo. Cuando se descubre la bondad inmensa de Dios, uno se siente pequeño, demasiado pequeño para ser considerado digno del cuidado divino.

Pero atención, este es el pensamiento humano, no el divino. Dios no piensa de la misma manera. La pequeñez, el reconocimiento de los propios límites, de la propia vulnerabilidad es la condición necesaria para abrirse a Él, Señor de la Vida.

Jesucristo, Rey y Señor del Universo

Lc 23,35-43. Último Domingo del año litúrgico. La solemnidad de Jesucristo como rey del universo que celebramos hoy es la conclusión del camino que inició con la preparación del nacimiento del Mesías esperado: este Jesús que hemos acompañado y seguido a lo largo del año, este niño que nació en el anonimato, éste es el Señor, el Rey del universo, «el Camino, la Verdad y la Vida».

Ahora bien, la realeza, el señorío de Jesucristo no es a la manera de este mundo. «Mi reino no es de este mundo, si mi reino fuese de este mundo, mis soldados habrían peleado para que no me entregaran a los judíos. Ahora bien, mi reino no es de aquí», responde Jesús a Pilato.

«Entonces, ¿tú eres rey? Jesús contestó: – Tú lo dices. Yo soy rey: para eso he nacido, para eso he venido al mundo, para atestiguar la verdad. Quien está de parte de la verdad escucha mi voz» (Jn 18,36-37).

La realeza, el señorío de Jesús se manifiesta en sus palabras, en sus gestos, en su manera de vivir. Todo ello habla de la verdad de Dios.

¡Feliz Domingo!

La oscuridad y el alba

«El rabino preguntó a sus alumnos: “¿Cómo podemos determinar la hora del amanecer, cuando finaliza la noche y comienza el día?”.

Uno de los alumnos sugirió: “¿Cuando a una cierta distancia se puede distinguir entre un perro y una oveja?”.

“No”, fue la respuesta del rabino.

“¿Cuando se puede distinguir entre una higuera y una vid?”, preguntó un segundo alumno.

“No”, dijo el rabino.

“Por favor, dinos la respuesta”, pidieron los alumnos.

Y el sabio maestro les dijo: “Cuando se mira el rostro de otro ser humano y la luz es suficiente para saber si se trata de un hermano o de una hermana. Hasta entonces es de noche, y la oscuridad sigue con nosotros”». (Un antiguo cuento jasídico)

¡Feliz año 2024!

Le combat spirituel

« On ne peut pas parler du combat spirituel sans parler de Satan ». Ce film lève le voile sur cette réalité intérieure qu’est le combat de l’esprit, combat de l’homme pour aller vers Dieu qui l’appelle et entravé par les manoeuvres de l’adversaire. Cette réalité invisible n’est pas moins concrète pour autant et, au fil des interventions, celles du prêtre et psychanalyste Jean-François Noël, de la théologienne Isolde Cambournac ou du prêtre Joël Guibert notamment, nous découvrons les lois de ce combat, les armes concrètes à employer et les stratégies du diable. Vertus, sacrements, prière… Si les chrétiens, peuvent compter sur les grâces reçues à travers l’Eglise, ce combat spirituel ne se limite pas à eux mais s’étend à tous. Un documentaire plein d’espérance. UNE COPRODUCTION KTO/MERAPI 2022 – Réalisée par Jean-Claude Duret. Fecha de estreno: 21 nov 2022

«Estoy sereno, mi Dios, tranquilo está mi corazón» (Sal 57,8)

Un nuevo día, recibido gratuitamente. Me encuentro con tu palabra, Señor, palabra eterna. La leo, cierro los ojos, encuentro paz y serenidad. Me siento como acompañado por una presencia que va más allá de lo que puedo comprender.

«Es la confianza y sólo la confianza la que nos lleva al Amor» (Sta Teresita del Niño Jesús). Es esa confianza la que me acompaña y guía. ¿Qué me espera en este nuevo día? Miro al icono que tengo delante de mí y digo: en tus manos estoy, Señor y Dios mío.

El precio de la paz

He encontrado este artículo escrito en 1985 por el Hno David Steindl-Rast. Lo comparto teniendo presente el contexto en el que estamos viviendo actualmente. Pongo en evidencia tres frases indicativas del contenido del artículo y abajo se encuentra el link.

Estamos muy lejos de la paz, porque permanecemos en un mundo en el que existimos “nosotros” y existen “ellos”.

La unidad que está en el centro de la experiencia religiosa simplemente elimina el “nosotros” y el “ellos”.

“Vivamos simplemente, para que otros simplemente puedan vivir”. –Ann Seton

https://www.viviragradecidos.org/el-precio-de-la-paz/

«I can’t breathe!»

Poem: Sonnet, Georges Floyd

I am dead, I Georges Floy, today I’m gone.

Through a death that makes countless thousands mourn.

Behold! Man’s inhumanity to man

Caused my untimely death as a blackman.

But painfully, I cried out, “I CAN’T BREATHE!”.

As my life raced out faster to my death,

But the white cop’s inhumanity flew

To racial clouds, killed me then like a foe.

But why should I suffer such tragedy.

In tears, I’ve now left my family.

But to protesters in America,

Mourners beyond, inclusive Africa,

My death calls me for the end of racism,

Fight on and destroy supremacism.

By Yusiff Nanah Charm, a young Sierra Leonese poet

Felices

Lc 11,27-28. Felices, más bien, los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica.

Heureux plutôt ceux qui écoutent la parole de Dieu et la mettent en pratique 

Blessed rather are those who hear the word of God and put it into practice!

Beati piuttosto quelli che ascoltano la parola di Dio e la mettono in pratica.

El poder de Dios

Lc 11,14-26. Y si yo echo fuera a los demonios con el poder de Dios, eso demuestra que el reino de Dios ya está aquí.

En réalité, c’est avec la puissance de Dieu  que je chasse les esprits mauvais, ce qui signifie que le Royaume de Dieu est déjà venu jusqu’à vous.

And if I cast out demons by the power of God, that proves that the kingdom of God is already here.

Se invece è con l’aiuto di Dio che io scaccio i demoni, allora vuol dire che è giunto per voi il regno di Dio.