Guaianases

Jorge, Santos y José Dolores forman una pequeña comunidad javeriana en la periferia de Sao Paulo. Sirven la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús situada en el corazón del barrio de Guaianases. Es difícil saber exactamente la población, entre 70 000 y 100 000 habitantes. La parroquia está dividida en treces comunidades, que podrían formar otras tantas parroquias.

La periferia de Sao Paulo ha mejorado mucho en los últimos quince años: calles asfaltadas, luz y agua corriente, transporte público, áreas culturales y de recreación… El barrio se ha ido poblando progresivamente a medida que iba llegando la población desde los diferentes rincones de Brasil en busca de un trabajo. Llegaban y allí donde podían iban instalándose. Prácticamente son barrios dormitorio. Por las mañanas temprano las calles son una marea humana que se desplaza hacia el centro de la ciudad donde está el trabajo. Alrededor de dos horas es el tiempo que se tarda en llegar al destino. Al anochecer es el mismo recorrido, pero esta vez de vuelta a casa. El problema más importante es el desempleo, que ha aumentado en los últimos años como consecuencia de la crisis. La droga está muy extendida. La violencia ha disminuido.

La presencia javeriana en este contexto de periferia viene desde los años sesenta. Hoy la situación ha cambiado pero el desafío es el mismo: anunciar el evangelio de Jesucristo, proclamar que el reino de Dios está ya en medio de nosotros.

Beatriz es la coordinadora de una Comunidad Eclesial de Base. “En estos años que estoy en la comunidad hay una cosa fundamental que he aprendido: la comunidad cristiana debe estar fundamentalmente al servicio del evangelio, del reino de Dios. Los sacramentos vienen después. El reino de Dios crece con una sonrisa, con un saludo, dando una mano a quien lo necesita, colaborando en una actividad en favor del bien común, viviendo la fraternidad, dando parte del tiempo para los demás. Es mucha la alegría que se recibe cuando se piensa en el otro antes que en uno mismo”. En la reunión en la que he participado, se ha proclamado el evangelio de Mateo de ser luz del mundo y sal de la tierra. Después de compartir el bien que la palabra de Dios ha hecho en nuestras vidas, se han pasado de mano en mano varias velas encendidas y se ha gustado un poco de sal. En eso consiste esencialmente la vida cristiana: ser luz que ilumina y sal que hace agradable el caminar por esta vida.

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