La Virgen María está muy presente en la Iglesia brasileña. El santuario de Aparecida es el lugar por excelencia que habla de esta presencia de madre en medio de la comunidad cristiana. A la Virgen se le quiere y se le ama profunda y tiernamente.
El amor a María en la Iglesia inicia al pie de la cruz, cuando Jesús confía su madre al discípulo amado, y viceversa. A partir de ese momento, María ocupa un lugar particular en la comunidad cristiana. Cuando reciben el don del Espíritu, María, cual madre de la Iglesia, forma parte de este primer grupo de discípulos misioneros del Evangelio de la Vida.
Desde entonces, a lo largo de la historia y con denominaciones muy diversas en todo el mundo, María acompaña la Iglesia en la tarea evangelizadora de la Iglesia.
María, madre de la Iglesia, madre nuestra, gracias por acompañarnos y ser nuestra madre. Ayúdanos a amar y seguir cada día un poco más a tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Que amándolo y siguiéndolo podamos continuar la tarea misionera que Él ha confiado a la Iglesia, y en particular a esta Iglesia de Brasil.